Antes que todo, urge dar solidez a aquellos derechos sociales desmejorados por la subsidiaridad estatal (también llamados «de segunda generación») y que la ciudadanía tanto anhela: un sistema previsional que proteja la dignidad de los adultos mayores, una enseñanza escolar que permita a los jóvenes tener las herramientas para plantarse en igualdad de oportunidades frente a sus pares y un sistema de salud capaz de dar cobertura al que lo requiera.
Qué increíble pensar que todos esos miles de deseos por generar cambios sociales hoy se están haciendo realidad gracias a la gente que se manifestó en las calles, desde la opinión y otras formas de expresión.
Chile no es del todo ajeno a procesos constituyentes, de hecho, ya en 1831 se convoca una «Gran Convención» bajo el gobierno de J. J. Pérez. También la «Asamblea Constituyente» convocada por A. Alessandri Palma en 1925. Ahora bien, parte del trabajo ya está avanzado, ya que «la Nueva Constitución deberá respetar el carácter de República de Chile, su régimen democrático, las sentencias judiciales firmes y los Tratados Internacionales ratificados por Chile».
Antes que todo, urge dar solidez a aquellos derechos sociales desmejorados por la subsidiaridad estatal (también llamados «de segunda generación») y que la ciudadanía tanto anhela: un sistema previsional que proteja la dignidad de los adultos mayores, una enseñanza escolar que permita a los jóvenes tener las herramientas para plantarse en igualdad de oportunidades frente a sus pares y un sistema de salud capaz de dar cobertura al que lo requiera.
Desde luego, estos cambios requieren realizar otros cambios subsecuentes (Por ejemplo, reformar instituciones degradadas como el SENAME o Gendarmería, cambiar el sistema de Tributación nuevamente, reformar la ley Procesal Penal para crear los tribunales de juzgamiento tan necesarios como se ha visto producto de casos dramáticos como el de Ámbar, y tantos otros más).
Esperamos que también se incluya en el debate y articulado final disposiciones relativas al reconocimiento de comunidades y pueblos indígenas, así como también un sentido de responsabilidad y compromiso real con el Planeta y cada uno de sus habitantes.
La invitación es a ejercer el derecho a sufragio, votando en el plebiscito del 25 de octubre de 2020; a aportar cada uno desde su experiencia a generar un debate positivo y enriquecedor al país. No perdamos de vista que la finalidad no es una nueva Constitución en sí misma, sino un mejor Chile, más justo, más equitativo, y responsable con el medioambiente.